Parece haber todo un auge del mercado inmobiliario, más precisamente en el segmento de lujo, donde reciben un gran caudal de inversiones, en especial, desde el extranjero. Juan Carlos Sánchez, director comercial de Gilmar para Canarias, fue el encargado de capitanear el desembarco de esta inmobiliaria líder en el Archipiélago en 2018. Crisis sanitaria mediante, mira al futuro con optimismo y desvela los planes de expansión de la marca.
Gilmar abre en Gran Canaria en diciembre de 2018 después de haber comprado este local en el que estamos conversando en junio. Y usted tiene que hacer la labor casi fundacional.
Ya llevaba 25 años en la empresa, ahora 30. Nosotros no somos franquicia, somos la misma empresa que en Madrid tiene unas 30 oficinas, más las que tenemos en el resto del país. A finales de este año, en noviembre o diciembre, abriremos en Costa Adeje, en un local allí en Las Terrazas del Duque, en la Avenida de Bruselas, lo que era la antigua oficina de La Caixa.
¿Se agotan ahí los planes de expansión?
La idea cuando me vine de Madrid era abrir cuatro oficinas en Canarias, lo que sucedió es que cuando estábamos para abrir en Adeje, situémonos en febrero de 2020… vino el covid y nos obligó a retrasar todo. Pero la idea nuestra original era abrir cada dos años una oficina en las Islas. Y lo siguiente será en Santa Cruz y luego en el sur de Gran Canaria para llegar a las cuatro oficinas.
¿Qué ha pasado con el con el mercado canario post covid? Así como se les retrasa un plan propio de expansión, como abrir una oficina en el sur de Tenerife, ¿qué tipo de de reacción ha tenido el mercado al parón de la pandemia?
A partir de mayo, junio de 2020, cuando volvemos a la actividad, ya ahí empezamos a ver que había cambiado totalmente el paradigma del cliente, que en vez de buscar el centro, empieza a ver cosas más alejadas de la ciudad. Quieren terraza con jardín, espacios libres, porque, claro, el que vivía en el centro de Las Palmas, en el centro de Santa Cruz, se dio cuenta al estar dos meses y medio encerrado, que no veía a la calle y que no le entraba luz. Entonces eso cambió bastante al mercado y que algunas propiedades del centro, muy interiores, incluso bajasen de precio. Y que subiesen de precio las viviendas que tenían terrazas, los áticos, las casas terreras con patios y un poco lo que está alrededor de las ciudades. Todo eso empezó a tener muchísima más demanda.
¿Se ha mantenido esa tendencia?
En esa esa línea seguimos, pero ahora volvió el interés otra vez por las viviendas en el centro, aunque no tuviesen luz, aunque no tuviesen terraza, ese mercado vuelve a subir.
¿Por qué?
Porque volvió el turismo y lo que ha hecho ya lo sabemos todos: al alquiler ha subido más o menos de media en Canarias, un 30%, desde el covid hasta ahora. Es una barbaridad, claro.
Ocurre que la persona que trabaja aquí porque la han destinado o por lo que sea está compitiendo con el que lo quiera explotar en alquiler vacacional, que le saca una rentabilidad bestial. Hay gente que viene 3 o 5 días, una semana, y lo que quiere es estar en el centro, le da igual que la casa tenga terraza o que no la tenga. Esto lo que hace más complicado es el alquiler tradicional, el de tiempos más largos.
El alquiler vacacional se ha profesionalizado, también. Ya no es lo de “tengo un pisito y lo meto en Air BnB”
Hay personas que se dedican a eso, porque es un trabajo que implica un seguimiento, la limpieza, la entrega de las llaves. Es natural que afloren especialistas en gestionarlo. No es un mercado que nosotros toquemos, pero sí lo vemos en las promociones que vendemos. En las siete que tenemos en marcha en Las Palmas y alrededores hay inversores que compran con la idea de rentabilizar la propiedad de esa manera.
El lujo: ¿a partir de qué precio se considera que una propiedad lo es?
Depende del mercado. En Madrid, Puerto Banús, Puerto de Santa María no es igual que en otros lugares. Un piso de 600.000 euros no es lujo. Pero aquí un apartamento o un ático de ese precio sí lo es. Al final, son los metros, las calidades y la zona en que se ubique lo determinante. El sur de las islas, y en especial el sur de Tenerife, sí hay productos de entre 2 y 5 millones de euros que despiertan interés.
Más que en el sur de Gran Canaria.
Es que en Gran Canaria hay muchísimo suelo turístico, pero con apartamentos y complejos muy antiguos. Y la zona de viviendas independientes no tiene la demanda que vemos en el sur de Tenerife, donde el 80% de este tipo de viviendas lo están comprando extranjeros. El norte, en cambio, se invierte la proporción, predomina el comprador nacional y canario.
El comprador de fuera tiene un perfil más alto que el que hace unos años teníamos.
El extranjero que tiene mucho dinero a lo mejor llega aquí para tener su tercera o cuarta casa en el mundo. Tiene una casa en las afueras de Londres, otra en el centro de Nueva York y aquí se hace una nueva casa en la que a lo mejor piensa estar solo un mes al año. Son personas que mueven mucho dinero y no es una inversión de las principales para ellos.
¿Está entonces de moda la vivienda de lujo?
Es un mercado claramente en expansión, porque la principal ventaja que tiene Canarias, que es el clima, sumando que tenemos seguridad europea, en lo que respecta a las garantías jurídicas y de seguridad ciudadana. Hay pocas islas con esas características. Y si no las usan todo el año, pues mandan amigos o familiares, porque ni siquiera la explotan el tiempo que las tienen ociosas.
¿Se facilita el negocio inmobiliario en Canarias?
Somos un país complicado, respecto de otros países europeos somos lentos en los permisos. Y al final depende mucho del ayuntamiento. Hay algunos más ágiles y otros más lentos, como pasa también en la Península. Va a depender de la administración municipal, de la disponibilidad y accesibilidad de sus técnicos, pese a que es un sector que está demostrado que empuja mucho al conjunto de la economía. Ahora mismo hay un problema y es que algunas obras se han entregado tarde porque se ha tardado en los trámites, por los materiales y los retrasos de la guerra, el transporte… Esto hizo que a muchos se les ha disparado mientras tanto la hipoteca.
¿Cuándo se recuperó el nivel de 2019 en este sector?
El año pasado. Entre la subida de precios y de alquileres, ya se estaba en los números de antes del covid.
Les habrán afectado las subidas de los tipos de interés.
Lo que más se nota es en la hipoteca, la media de subida es de 200 o 300 euros al mes. Eso para muchas personas resulta complicado de asumir, porque su capacidad de pago baja entre un 10 y un 15 por ciento. Y el banco lo que mira es tu ratio de endeudamiento, admite hasta un tercio de tus ingresos que vayan a la hipoteca. El que antes apuntaba a 180 o 200.000 euros ahora mira las de 150 o 160. Y esto ha sacado gente del mercado, que se queda en la vivienda de alquiler. Nosotros tenemos promociones desde 100.000 euros hasta 500 o 600.000 euros, un amplio espectro para conocer el mercado.
El segmento de lujo se mantiene al margen de estos problemas.
No le afecta, porque el de alto poder adquisitivo si pide una hipoteca es por beneficios fiscales, pero ahora mismo no los hay, prácticamente. Así que ahora mismo el que tiene recursos propios compra en mano. Es un cliente que no desaparece y que incluso en momentos de crisis puede hasta sacar ventaja.
Un problema general de la economía canaria es la falta de recursos humanos. ¿Les afecta también?
Muchísimo. Nosotros en Madrid, en este sector como en otros, tenemos de dónde elegir, es la situación opuesta, el trabajo está en seleccionar y se hace sobre un nivel muy alto. Aquí, en cambio, cuesta formar equipos, y una vez que se forman hay inestabilidad o no se acredita la experiencia que aparece en el currículum.
Hay menos de donde elegir, además.
Para un determinado puesto en Madrid se reciben cien aspirantes, mientras que aquí son apenas siete u ocho y sobre esos hay que elegir. Y luego, cuando se habla de las condiciones, creo que influye la cultura del subsidio, por más que entendamos que hay gente a la que hay que ayudar. Aquí hemos tenido candidatos que con veintitantos años y viviendo con sus padres no le resultaba atractivo un sueldo de entre 1.000 y 1.500 euros más incentivos por venta, porque estaba recibiendo 800 euros por quedarse en su casa. En la playa, entre semana, ves mucha gente y no son todos turistas. Así es complicado. Falta preparación y faltan ganas de trabajar.