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La Formación Profesional tampoco es gratis

29 de septiembre de 2024
Formación Profesional
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La Formación Profesional ha revolucionado el sistema educativo en la última década logrando duplicar su número de alumnos. Además el propio modelo de enseñanza profesional está evolucionando desde lo público hacia los centros privados, que en este tiempo también han logrado un crecimiento espectacular del 468% según los últimos datos publicados por el Observatorio de la Formación Profesional de CaixaBank en colaboración con el Instituto Vasco de Competitividad-Orkestra. Sin embargo, parece que una vez más Canarias llega tarde a esta transformación que está muy relacionada con la fortaleza del sistema laboral.

Cada vez son más los estudiantes que optan por seguir el camino de la Formación Profesional (FP) para culminar sus estudios e incorporarse al mercado laboral. La tendencia de los últimos años no deja a lugar a dudas de forma que en  diez años los alumnos matriculados en una FP han pasado de estar por debajo de los 700.000 a ser 1.080.963 según la Estadística de Alumnado de Formación Profesional que publica el Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes. Y aunque los universitarios continúan siendo muchos más con 1.722.247 matriculados, su número no experimenta un crecimiento tan acusado. Hace diez años ya eran 1,5 millones y el número de matrículas universitarias no ha variado demasiado desde los años 90. Además, hay que tener en cuenta que la duración de los grados de Formación Profesional son de un año o dos frente a los cuatro de un grado universitario por lo que sus alumnos tardan menos en salir del sistema educativo y pueden incorporarse antes al mercado laboral.

Ha sido precisamente la empleabilidad de aquellos que consiguen un título de FP frente a los egresados de las universidades lo que ha logrado abrir esta vía que durante muchos años estuvo denostada en España. Según los datos del Observatorio de las Ocupaciones del Servicio Público de Empleo Estatal (Sepe), la tasa de empleabilidad de la FP se sitúa en el 42,2%, frente al 38,5% de la formación universitaria. Aunque otros estudios que pueden ser más fiables que el Sepe -teniendo en cuenta su bajo desempeño para encontrar trabajo para los desempleados- que apuntan a que esta diferencia es todavía mayor. Por ejemplo, un estudio de la Universidad San Pablo-Ceu apunta a que la tasa de empleo de las personas con una titulación de FP de Grado Medio alcanza el 73%. La inserción laboral de la FP del 74% frente al 46% en la universidad, según los datos que maneja José Domingo Martín Espino, presidente del Grupo ICSE, un grupo que nació en 1979 como Instituto Canario de Sicología y Educación y que, desde entonces, ha crecido para consolidarse como uno de los principales referentes centros privados de Formación Profesional en las islas. De hecho, ICSE aparece en el cuarto lugar según el ranking nacional de FP privadas de la consultora Strategik de un total de 32 centros, por delante de otros grupos con presencia en todo el país. 

Si la Universidad era sinónimo de éxito social, el elevado número de titulados que no logran encontrar un trabajo relacionado con su titulación (en algunas carreras universitarias de ciencias sociales su empleabilidad cae hasta el 15%) ha llevado a un cambio de paradigma sobre la Formación Profesional debido a su enfoque más práctico y conectado a las necesidades reales del tejido empresarial. Frente a una formación abstracta y, muchas veces, desconectada de la realidad, el mercado laboral demanda profesionales técnicos con habilidades para desenvolverse en sectores industriales, tecnológicos y servicios. Y la Formación Profesional ha demostrado en la última década su eficiencia frente a un modelo, el universitario, que salvo algunas excepciones, continúa anclado en el pasado tanto en su contenido como en la forma de impartir las clases. En este sentido Martín Espino añade que “con la FP se obtiene una titulación oficial en menor tiempo, por ser una meta académica más corta. Lograr el objetivo de titularse es más cercano, se consigue en solo dos años” lo que además “reduce el abandono si lo comparamos con los estudios universitarios, donde se produce un abandono mayor”. Ventajas que explican esta tendencia a la que todavía le queda mucho recorrido si tenemos en cuenta que España todavía está 17 puntos por debajo de la media europea en número de estudiantes que optan por la FP, cifras que podrían explicar también el diferencial en la tasa de desempleo de nuestro país que dobla a la media europea. Un problema estructural que sólo puede solucionarse desde sus cimientos que no son otros que la propia formación de los profesionales que requiere el mercado laboral, pues de nada sirve lanzar al mercado miles de titulados que no podrán optar nunca a un trabajo relacionado con sus estudios. Empeñarse en este camino tan solo ahondará en las frustraciones personales y el fracaso social, con altas tasas de desempleo y un elevado coste derivado de desviar fondos a una formación que nunca podrá desarrollarse y devolver a la sociedad todo lo invertido.

En este sentido resulta muy interesante analizar la propia financiación de los estudios y centros. Bajo un modelo en el que prima lo público se ha construido la idea de que todo es gratis, también la formación. Así los ciclos formativos de Formación Profesional que son gratuitos para los alumnos -salvo por las tasas testimoniales para la expedición de los títulos- suponen un enorme desembolso para las arcas públicas. En concreto en Canarias, el coste medio de un alumno público de FP es de 6.600 euros por año académico, mientras que la media del coste del curso en la FP privada es inferior a los 4.000 euros por año académico, como nos recuerda el presidente del ICSE. Así, aunque los usuarios no paguen directamente un servicio como la formación, ésta sí tiene un coste que además es más elevado al que ofrecen las empresas desde el ámbito privado. Si el objetivo es ofrecer una formación también hay que preguntarse cuál es la forma menos costosa para hacerlo y aquí es donde aparecen alternativas como los conciertos con centros privados o becar a los estudiantes. Un modelo que ya han implementado comunidades autónomas como Madrid. En este caso la Consejería de Educación de Madrid ofrece un programa de becas para los grados medios y superiores con una cuantía de hasta 6.300 euros teniendo en cuenta el nivel de renta de los solicitantes. La lógica detrás de esta iniciativa es que aquellos estudiantes que no puedan permitirse pagar los estudios puedan hacerlo gracias a las becas mientras que aquellos que tengan una capacidad económica suficiente no absorban rentas públicas a través de servicios “gratuitos”. De esta forma no solo se estimula la viabilidad de centros privados que presentan propuestas más cercanas al mercado laboral por su propia naturaleza sino que ofrece a los alumnos la posibilidad y libertad de elegir dónde estudiar, incentivando la competencia entre centros que redunda en la mejora de todo el sistema a través de la excelencia y la innovación. Entre tanto, Canarias parece continuar anclada en el modelo de dar prioridad a los centros gestionados directamente por las administraciones públicas con 60 nuevos grupos y un aumento de la plantilla de profesores. El resultado es que en regiones como Madrid casi la mitad de sus alumnos de FP ya estudian en un centro privado mientras que en Canarias los alumnos matriculados en centros privados apenas suponen el 8,7%. Una anomalía que no se da en otros lugares pues en Andalucía ya son el 44,3% y en el País Vasco el 47%. Entre estos centros privados se encuentran los concertados, que en el País Vasco engloban al 43,6% de estudiantes frente al 0,7% de Canarias. Una cifra insignificante que no solo refleja este desequilibrio entre centros privados y públicos sino que debe hacernos reflexionar sobre el elevado coste que supone para los contribuyentes canarios un sistema que podría aligerarse permitiendo que la gestión privada pudiera competir con la pública introduciendo más conciertos o becas para los alumnos. 

No cabe duda de que la Formación Profesional ha llegado para quedarse. La FP es una opción educativa cada vez más relevante para los estudiantes que buscan una vía directa hacia el mundo laboral. Aunque tanto los centros públicos como los privados ofrecen programas de FP, existen diferencias significativas entre ellos que pueden influir en la experiencia y los resultados académicos de los alumnos.  Mientras los prejuicios sobre esta opción formativa van cayendo son cada vez más los estudiantes que optan por ella pero todavía quedan otros prejuicios, los que tienen que ver con la mentalidad estatista, que lastran el sistema con un elevado coste y podrían estar haciendo que no se desarrolle todo el potencial que supone una conexión más directa con las empresas y el mundo laboral. Canarias, parece llegar tarde a este cambio de paradigma cuando, precisamente, es una de las regiones con tasas más elevadas de paro y, por tanto, de las que más beneficiadas social y económicamente podrían salir de esta revolución educativa que ya está en marcha.