
¡Liberalicen esas torres!
Viajar se ha considerado siempre un placer pero en los últimos tiempos coger un avión ha pasado de ser una parte ilusionante de la experiencia a un incordio. Mucho más cuando, en el caso de las islas, el paso por los aeropuertos es casi una obligación. Al refuerzo de las engorrosas y a veces poco comprensibles medidas de seguridad o la espera del equipaje en